La triste sombra del baobab

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Desazón.

Una tenaza oprime mi pecho y me asfixia el ánimo conforme el vehículo avanza por la maltrecha carretera de baches, polvo y pobreza. La brisa hostil agita olas de tierra blanca contra los cristales, contra árboles y matorrales camuflados de polvo gris, contra las personas, que, cargadas como animales, caminan infinitas distancias de resignación bajo un sol inclemente, buceando en el polvo y respirando miseria. Esperaba encontrarme con las añoradas playas verde esmeralda del Índico. Quería pasear entre baobabs, la aristocracia africana de los árboles y sin embargo tengo la sensación de andar descalzo y perdido por la antesala del infierno.

Es el final de un viaje plagado de luces, que contaré en su momento; pero hoy sigo impactado por las sombras. No quiero olvidarme de miradas inocentes de alegría amable, de curiosidad no disimulada. Si bien no puedo apartar de mi recuerdo las miradas ancianas en ojos de niños; el peso de la vida, la inminencia de la muerte. Lo que en esencia es la otra África.

Desazón.

Tal vez, con gran probabilidad, soy yo. En realidad tengo la sensación de que nunca he logrado tomarle el pulso a este continente. Madagascar no es una excepción; porque esta tierra es África sin edulcorantes.

Los malgaches tienen arraigada la muerte en su cultura. Ellos no conciben la vida sin ella. Puede que acierten entremezclando las dos caras de la moneda. Tal vez por eso, y por la elevada mortandad infantil, no ponen nombre a los niños hasta los tres años. Y, quizá, por ello, celebran la muerte con una explosión de vida a la que invitan a los vivos; y al muerto, literalmente.

Una de las cosas que me gustaría aprender de ellos es la capacidad para festejar. Porque si no has estado en un funeral malgache, nunca  has estado en una fiesta.

Es arriesgado aventurarse a hacer una lectura de una tierra desconocida basándose en la visión superficial de unos pocos viajes. Pero lo que intuyo en este momento es bastante desesperanzador. África es un continente lleno de potencial. Pero ni les dejaremos tener una oportunidad, ni, en caso de tenerla, la aprovecharán.

Desazón.

Baobab 01

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