El abrazo de Antígona

“Antígona, estas palabras no te llegarán. Son para mí. Porque perdí la batalla de las dudas y me quedé. Recuerdo como tu mirada no se afecta cuando me descubre en el bosque de tus conocidos. Lamento mi decisión, pero ya es tarde. Todos te felicitan. Quedo yo. Formal, me agradeces haber asistido. Voy a tu encuentro para recibir dos besos educados…pero te cuelgas de mi alma y me fundes a tu pecho. Mientras tu abrazo contiene mis latidos sólo puedo reaccionar apretándome a ti, una casi desconocida a la que, ahora lo sé, hace tiempo que añoro. El aliento contenido. El tiempo detenido, eterno. Nunca un silencio ha significado tanto. Despierto en mitad del sueño. Me aferro. Que no acabe. Nunca. Pero termina. Con naturalidad me miras y sonríes. Pronuncio incoherencias que no ocultan mi estado. Me rescatas. Apenas oigo. Sólo puedo pensar que he besado tu cuello mientras me abrazabas. Evoco la tibieza de tu piel acariciada por mis labios. Hace tan solo un segundo y ya extraño tu calor. Y sigues sonriendo. Tu primer abrazo me ha quitado la vida. El de ahora me la devuelve. Y pienso que, cuando se entra en la senda del amor, ya no hay vuelta atrás. Va a ser todo tan difícil…”

Esta entrada fue publicada en Lo + leído, Microrrelatos y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s